“Casi lo confundo con mi hogar”: una conversación con Jesús Ernesto Guevara
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Entrevista con Jesús Ernesto Guevara sobre "Casi lo confundo con mi hogar", un libro de cuentos que explora familia y memoria desde la frontera.

En 2024, la Editorial Agujero de Gusano publicó Casi lo confundo con mi hogar, el primer libro del joven autor bajacaliforniano Jesús Ernesto Guevara. Desde entonces, la obra ha rondado ferias, presentaciones y las manos de lectores que, a lo largo del país, apuestan por la literatura emergente nacional.
“Un drag por accidente, la despedida recurrente entre un abuelo y su nieto, parejas improbables, una intervención vudú contra la violencia de género… en los cuentos de «Casi lo confundo con mi hogar» hay una profunda exploración de las relaciones humanas con especial énfasis en la familia y una visión desde las nuevas masculinidades para lo referente a padres e hijos.
En este, su primer libro, Jesús Ernesto Guevara transmite el desconcierto y los anhelos contradictorios de la existencia, narrando con humor e ironía las sutilezas de la vida cotidiana y, con una ternura casi lírica, las terribles violencias que laten detrás de todo aquello tocado por los hombres”. Elma Correa
Si aún no te adentras en sus páginas, este es un gran momento para hacerlo. Casi lo confundo con mi hogar es una invitación a mirar de cerca la intimidad, el desconcierto y la contradicción que acompañan el tránsito hacia la adultez. Sus cuentos dialogan con la memoria, el afecto, la identidad y las nuevas masculinidades con una frescura que lo convierte en una lectura imprescindible de la literatura joven del norte del país.
Con este debut, Guevara se suma a una generación que redefine los afectos, la memoria y los vínculos desde una sensibilidad personalísima. A propósito del libro y del camino que lo trajo hasta aquí, conversamos con él.
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Para comenzar, cuéntanos un poco de ti. ¿Quién eres y por qué escribes?
Me llamo Ernesto Guevara (sí, como el Ché; no, el libro no es propaganda comunista). Vivo en Mexicali, Baja California, y escribo porque es una actividad profundamente lúdica: se siente como jugar. Cuando somos niñxs, inventamos canciones, imaginamos historias, damos personalidad a los juguetes. La creatividad es natural, pero al crecer el miedo a “no ser lo suficientemente buenxs” nos paraliza. Para mí, escribir es escuchar a ese niño que sigue adentro, ansioso por contar historias.
También disfruto la parte de la escritura que sucede lejos del teclado: lo que va antes y lo que viene después. Antes, investigo para que la ficción se sienta verosímil; para este libro leí sobre brujería vudú, arte drag, cultura pop de los sesenta y más temas que me intrigaban. Escribir es otra forma de aprender.
Después viene la comunidad. Aunque se piensa en quien escribe como alguien aislado, para mí el oficio también es colectivo. Sí, prefiero encerrarme a escribir, pero luego comparto mis textos con mis compañerxs de talleres. Aprecio su retroalimentación y disfruto leer lo que ellxs hacen. La escritura me ha abierto puertas que no hubiera imaginado y me ha permitido aprender de autoras y autores a quienes admiro profundamente.
Háblanos de tus influencias literarias y del origen de este libro.
Cuando empecé a tomar cursos de escritura creativa leía a autores estadounidenses como Raymond Carver y J. D. Salinger. Su informalidad y su capacidad para retratar lo cotidiano con profundidad marcaron mi manera de escribir. Me fascinaba que sus historias le podían pasar a cualquiera.
También me han influido cuentistas argentinas contemporáneas como Samanta Schweblin, Mariana Enríquez y Camila Sosa Villada.
Más recientemente, los talleres a los que he asistido han sido cruciales. Este libro nació en los cursos de la Dra. Elma Correa durante la pandemia. Fue invaluable escuchar y aprender de escritoras y escritores como Ana Fuente, Liliana López, Priscila Rosas, Samanta Galán, Gilberto Cornejo, Samantha Arenas y Michelle Annel Peña. Con ellxs he encontrado una comunidad de la que me enorgullece formar parte.
¿Cuál es el hilo conductor de los cuentos de Casi lo confundo con mi hogar?
Son relatos que pueden inscribirse en el género del coming-of-age. Mis personajes enfrentan emociones que los obligan a crecer y a tomar decisiones para escapar de la “jaula” en la que se encuentran, a veces por elección propia y otras porque alguien más los puso ahí.
¿De dónde surge el título del libro?
El título proviene de una frase de la canción “Cuarteles de invierno” de Vetusta Morla: “Fue tan largo el duelo que al final casi lo confundo con mi hogar”. Elegí usarla incompleta por dos razones: porque la frase entera sería un título larguísimo y porque, recortada, se vuelve más precisa.
En los cuentos no siempre es un duelo lo que se confunde con lo permanente. Puede ser una despedida repetida, la angustia de expectativas incumplidas o un lugar donde no se nos valora. Quise capturar esa sensación de permanencia involuntaria.
¿Cómo conjugas elementos de la cultura popular con historias tan íntimas y singulares?
Las referencias pop ayudan a situar a los personajes en un tiempo, un espacio y un ambiente específicos. Creo que la música, el cine y los libros que consumimos revelan mucho de nosotrxs. Por eso, al construir a un personaje me pregunto qué ve, qué lee y qué escucha: estos detalles lo vuelven más humano.
Antes de escribir una historia necesito conocer a quien la protagoniza; solo así su comportamiento se siente natural y verosímil. Ojalá lo haya logrado con estas siete historias: será labor de lxs lectores juzgarlo.
¿Cuál es la importancia de las editoriales independientes en el panorama literario nacional?
Hace poco abrí Letrinas del Cosmódromo, también de Editorial Agujero de Gusano, y me encontré con esta frase:
“Esta obra fue posible gracias al apoyo de colaboradores, artistas, creadores y la tripulación de Revista Sputnik, y NO por la buena voluntad de funcionarios, gobierno o instituto cultural alguno.”
Los cuentos de esa antología son de gran calidad. Habría sido una pena que no llegaran al papel por culpa de la burocracia. Eso es lo que permiten las editoriales independientes: libertad creativa, procesos ágiles y la posibilidad de que nuevas voces encuentren un camino. Estoy muy agradecido con Revista Sputnik y con Agujero de Gusano por confiar en mi trabajo y publicar mi primer libro.
¿Cuánto de tu vida está presente en estas historias?
Antes me incomodaba que mi vida se filtrara en los cuentos; ahora lo acepto más, aunque trato de disfrazarla. En este libro varía entre historia e historia. La primera, por ejemplo, está inspirada en mis experiencias conviviendo con mi abuelo, quien padecía Alzheimer.
La frontera y el norte también atraviesan el libro, y siento que están cada vez más presentes en mi escritura. Hay cuentos que no toman prestadas personas o lugares de mi vida, pero sí emociones muy íntimas.
Creo que puedo escribir sobre lo ajeno si investigo lo suficiente, pero la escritura es más poderosa cuando habla de lo que uno siente. Puedo narrar un ataque epiléptico sin haberlo vivido, pero describir un golpe de calor es más convincente cuando vives en la ciudad más caliente del mundo.
Martin Scorsese dijo: “Lo más personal es lo más creativo.” Coincido plenamente.
Además del libro, ¿dónde podemos leer más de tu trabajo?
He publicado cuento en revistas físicas y digitales como ERRR Magazine, Marabunta y Pez Banana. Este año aparecieron dos antologías con textos míos:
Extrañamientos, que reúne cuentos nacidos en un taller, y Raras e inquietas, una colección inspirada en la obra de María Daniela y su Sonido Láser.





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